El nombre francés se lo puso Álvaro, y quiere decir: la que pertenece, la de aquí… de alguna manera y así fue su vida.
Amaba a las personas, perros y hasta a los gatos y sobre todo a su compañero Gaspy… que fue y será siempre su hijo adoptivo.
Nunca volvió a ser la misma desde que él se durmió el 6 de enero y su larga vida fue declinando hasta que partió a buscarlo al mediodía del 25 de setiembre.
Fue para muchos la «Princesa», como lo sigue siendo su verdadera dueña, Laura.
Por ese nombre, la conocían muchos y donde esté seguirá, sin duda viviendo como tal, acompañada de su Gaspy y de tantos amigos que ya han partido, como ella, al país del descanso: al cielo de los perritos y perritas muy buenas.
Siempre te recordaré porque toda tu vida la pasaste a mi lado. Y me brindaste muchísimo amor.
Adiós, hijita…
Hoy tenemos a Laia, una jack russell hermosa que nació en el 2014
mamá